Sorprendiendo a todos, así ha sido el
transcurso de María Natalia Lafourcade Silva (26 de febrero de 1984, Ciudad de
México) que desde pequeña se destaca en lo artístico: canto, baile, teatro y
pintura.
Debido a los juegos en su alcoba, a las tardes de parodias y a la patada de un caballo, Natalia Lafourcade encuentra en la música el viaje de descubrirse a sí misma, de reinventarse, de mostrarse, y decidida, toma las riendas y empieza a nadar con sonidos acústicos mezclados con bossa nova en el año 2002 (‘Natalia Lafourcade’), llega a tierra y pide compañía, La Forquetina aparece junto a ella, con quienes se viste de rock (‘Casa’ 2004), se tira de nuevo al mar, la marea la desvía un poco a Canadá y la regresa al ruedo inspirada y más instrumental (‘Las 4 estaciones del amor’ 2007). Un poco después, muestra nostalgia y alegría a la par en los suspiros que se le escapan en el 2009 (‘Hu Hu Hu’), año en el que demuestra su crecimiento y maduración musical y artística.
Baila, se convierte en lince, le teme
al viento, viaja, regresa, se viste aún más de México y se muestra traviesa
(2011, ‘Travieso Carmesí’), se renueva, se cuestiona, se decide y enamora
de/con Agustín Lara. Para esto, selecciona las mejores voces del bosque y las
reúne en homenaje (‘Mujer divina’, 2012).
Cautiva oídos que antes se reusaban a
escuchar su propuesta, convence al mercado de su talento distinto y prometedor,
juega a ser actriz (‘El cielo en tu mirada’ 2012), le canta a la Patria, toma
la voz del Pueblo, se dibuja, se desnuda (‘Mi mundo privado’, Cosmopolitan
2012), continúa, sigue y sorprende siempre…
Natalia Lafourcade, sin duda alguna, una artista y persona completa que no hace más que compartir con nosotros, su intachable talento artístico.
Por Rojito Hojas